ADOLESCENTES: GUIA PARA ADULTOS
ADOLESCENTES
Guía
Introducción
Las preocupaciones de
los padres y madres de adolescentes suelen ser
bastante más serias
que habitaciones desordenadas, cambios de tallas en ropa y
calzado, o el olor de
las zapatillas deportivas. Las familias que tienen un
preadolescente en
casa se preocupan por el paso de primaria a Secundaria, los
cambios de humor, las
influencias de los amigos, el riesgo de fracaso escolar, el
posible consumo de
drogas, la información sexual, y otras cuestiones de similar
importancia.
Los estudios
científicos confirman que si bien es cierto que algunos
adolescentes
encuentran obstáculos, la mayoría los superan llegando a ser adultos
que encuentran su
lugar en la vida, se relacionan satisfactoriamente y llegan a ser
buenos ciudadanos.
Este folleto pretende
responder a preocupaciones habituales en muchos
padres y madres cuyos
hijos están a punto de iniciado, o han iniciado recientemente,
este apasionante
periodo de su crecimiento. Preocupaciones del tipo:
¿Qué cambios va a
experimentar mi hijo en los próximos años?.
¿Es realmente tan
difícil comunicarse con un adolescente?.
¿Hasta qué punto debo
darle libertad?.
¿Cómo puedo ayudarle
a mejorar la confianza en sí mismo?.
¿Es posible
contrarrestar la influencia negativa de algunos amigos?
¿Es la Secundaria tan
fiera como la pintan?
¿Hasta qué punto debo
controlar su actividad escolar?
¿Cómo ayudarle a
distinguir lo bueno y lo malo?
¿Qué pistas me pueden
indicar que tiene algún problema grave?
Los cambios en la
adolescencia
Con la entrada en la
adolescencia el niño que teníamos en casa irremediablemente deja de serlo.Durante un periodo de aproximadamente cuatro años se producen cambios
importantísimos que transformarán al niño en un joven totalmente preparado
para la vida adulta.
Cambios físicos
No solo cambia la
estatura y la figura, aparece el vello corporal, púbico y en las axilas. En las chicas
comienza la menstruación y se desarrollan los senos. En los chicos se desarrollan
los testículos. Cada adolescente inicia la pubertad en un momento distinto, si
bien las chicas se desarrollan algo primero (dos años más o menos).
Estos cambios físicos
suelen traer consigo preocupaciones sobre su “imagen” y su aspecto físico que
muestran dedicando horas a mirarse en el espejo o quejándose por ser “demasiado
alto o bajo, flaco o gordo”, o en su batalla continua contra granos y
espinillas (acné). Conviene tener en cuenta que el cuerpo no se desarrolla todo
al mismo tiempo ni con la misma rapidez por lo que la coordinación de movimientos
puede sufrir alteraciones provocando temporadas de torpeza.
Las diferencias de
tiempo entre unos y otros pueden dar lugar a preocupaciones: los que tardan más
(especialmente los varones) pueden sentirse inferiores ante algunos compañeros
y dejar de participar en actividades físicas o deportivas; las chicas que se
desarrollan primero pueden sentirse presionadas a entrar en situaciones para
las que no están preparadas emocional ni mentalmente.
Sea cual sea su
velocidad de desarrollo muchos adolescentes tiene una visión distorsionada
sobre sí mismos y necesitan que se les asegure que las diferencias son perfectamente
normales.
Cambios emocionales
Pensar que los adolescentes están
totalmente regidos por los cambios hormonales es una clara exageración.
Es cierto que esta etapa supone cambios rápidos del estado emocional, en la
necesidad mayor de privacidad, y una tendencia a ser temperamentales. Sin embargo y a
diferencia de los niños que no suelen pensar en el futuro, los adolescentes si que
lo hacen y con más frecuencia de lo que los padres creen. Algunos incluso llegan a
preocuparse en exceso de:
- Su rendimiento escolar.
- Su apariencia, desarrollo físico y
popularidad.
- La posibilidad de que fallezca un
progenitor.
- La violencia escolar.
- No tener amigos.
- Las drogas y el alcohol.
- El hambre y la pobreza en el mundo.
- Fracasar en conseguir un empleo.
- Las guerras o el terrorismo.
- El divorcio de sus padres
- La muerte.
Durante este periodo suele ocurrir que
estén demasiado centrados en sí mismos: creen que son la única persona
en el mundo que se siente como él, o que solo a él le ocurren las cosas, o que
es tan especial que nadie puede comprenderlo (y menos su familia). Este
centrarse en sí mismo puede dar lugar a momentos de soledad y aislamiento, o a
la forma de relacionarse con familiares y amigos (“no soporto que me vean salir
del cine con mis padres”).
Las emociones exageradas y variables
así como cierta inconsistencia en su
comportamiento son habituales: Pasan
de la tristeza a la alegría o de sentirse los más nteligentes a los más
estúpidos con rapidez. Piden ser cuidados como niños y a los cinco minutos
exigen que se les deje solos “que ya no son niños”.
Otro aspecto cambiante es la forma de
expresar los sentimientos. Los besos y
abrazos de la niñez pasan a leves
gestos de cabeza. Las expresiones de afecto hacia la familia les pueden parecer
ridículas (“cosas de niños”). Recuerden que son cambios en la forma de
expresarse, no cambios en los sentimientos hacia sus amigos, familiares o
seres queridos.
Conviene, no obstante, estar pendiente
de cambios emocionales excesivos o
periodos de tristeza de larga duración
pues pueden indicar problemas serios. En el
capitulo Problemas se profundiza en
este aspecto.
Cambios mentales
Son menos aparentes pero pueden ser
tan radicales como los físicos o emocionales. Durante las primeras fases de la
adolescencia el avance en las formas de pensar, razonar y aprender es
especialmente significativo. A diferencia de los niños son capaces de pensar
sobre ideas y asuntos sin necesidad de ver ni tocar, empiezan a razonar los
problemas y anticipar las consecuencias, considerar varios puntos de vista, y
reflexionar sobre lo que pudiera ser en lugar de lo que es.
Una de las consecuencias más relevante
de estos cambios mentales es la
formación de la identidad: pensar en
quienes son y quienes quieren llegar a ser es un asunto que les ocupa tiempo y
hace que exploren distintas identidades cambiando de una forma de ser a otra
con cierta frecuencia. Esta exploración es necesaria para un buen ajuste
psicológico al llegar a la edad adulta.
La capacidad de pensar como adultos
acompañada de la falta de experiencia
provoca que el
comportamiento de los adolescentes no siempre encaje con sus ideas: pueden (por
ejemplo) ser grandes defensores de la naturaleza pero tirar basura en cualquier
sitio.
Padres eficaces
Al entrar en la
enseñanza Secundaria hay una cierta relajación en la atención
que los padres
prestan a sus adolescentes. Nada más equivocado pues necesitan la misma
cantidad de atención y cariño que cuando era más pequeño, o incluso algo más.
El desarrollo mental
y emocional del adolescente puede resultar muy agradable
y beneficioso para
toda la familia: Nuevas formas de enfocar problemas, conocer por dónde van los
intereses de la juventud, distintas opiniones sobre temas sociales, etc.
Cada familia tiene
sus formas de pensar y sus prioridades, no obstante las
investigaciones han
demostrado algunas cualidades comunes en los padres eficaces:
Demuestran amor. Los adolescentes
necesitan poder contar con sus padres,
que se comuniquen con
ellos, que les dediquen tiempo y que demuestren que se
preocupan por su
bienestar. Los padres pueden querer a sus hijos al tiempo que
rechazar lo que
hacen, y los chicos deben estar seguros de que esto es cierto.
Apoyan. A pesar de
considerar poco importantes algunos problemas del
adolescente, este
necesita el apoyo de sus padres. Necesitan elogio y reconocimiento cuando se
esfuerzan y aliento para desarrollar sus intereses.
Ponen normas. Fijar límites en el
comportamiento hace sentirse
emocionalmente
seguros a niños y adolescentes. Poner normas y supervisar que se cumplen de
forma consistente y adecuada a la edad y la etapa de desarrollo facilita un
desarrollo equilibrado y un mayor ajuste psicológico en la edad adulta. Huir de
extremos autoritarios o indulgentes fijando límites y normas claros, razonables
y bien explicados es la mejor estrategia posible.
Dan ejemplo. Mientras exploran
distintas posibilidades de quien quieren ser los
adolescentes buscarán
ejemplos en sus padres, familiares, amigos, personalidades u otras personas,
pero sobre todo en sus padres.
Enseñan
responsabilidad.
El sentido de la responsabilidad se adquiere con el
tiempo. Según crecen
aprenden a responsabilizarse de: sus tareas escolares, ordenar su habitación,
colaborar en faenas domésticas, participar en actividades sociales, y aceptar
las consecuencias de sus buenas o malas decisiones.
Facilitan
experiencias.
Según los recursos de cada familia conviene facilitarle
que conozca nuevas
cosas. La curiosidad le hará probar nuevos deportes, o nuevos intereses
académicos, experimentar expresiones artísticas, o probar en actividades
sociales o religiosas diversas. No le desalienten ni pierdan ustedes la
paciencia, la exploración es parte fundamental de la adolescencia.
Respetan. Es falso que todos
los adolescentes sean rebeldes y difíciles, pero
es cierto que
necesitan ser tratados con respeto, que se reconozca y aprecien sus
diferencias y se les
trate como personas.
No existen los padres
perfectos. Una mala contestación o decisión dada un
“mal día” no tiene
por qué afectar a su hijo de por vida. Lo importante es lo que usted haga de
forma habitual, el día a día.
Comunicarse con un
adolescente
Muchos padres piensan
que su adolescente se comunica mejor con cualquiera
que con sus propios
padres, aunque sean unos padres maravillosos. La clave parece estar en ser
curioso (interesarse por sus cosas) pero sin interferir demasiado.
Esforzarse por
respetar la necesidad de privacidad del adolescente (“son mis cosas”) al tiempo
que se establece confianza y cercanía emocional.
Si se establecieron
hábitos de comunicación durante la infancia con el
adolescente será más
fácil, no obstante siempre es posible mejorar la comunicación con un hijo o
hija adolescente. Aquí le ofrecemos algunas estrategias.
Reconozca que no hay
receta mágica.
Lo que funciona con unos no funciona
con otros. Averigüe
cuales son los intereses de su adolescente, infórmese del asunto e intente
entrar por ese tema.
Escuche. No hable usted.
Limítese a escuchar, no interrumpa y ponga
atención a lo que él
o ella dice. Elija un lugar tranquilo y sin interrupciones (apague la
televisión). Cuantos menos consejos de, más consejos le pedirá. No sermonee.
Busque ocasiones. Los adolescentes no
cuentan cuando se les ordena, sino
cuando ellos quieren.
Usted debe estar disponible, unos prefieren hablar al llegar de clase, otros
después de cenar, otros antes de irse a la cama. En general las mejores
conversaciones se dan cuando se hacen cosas compartidas (lavar el coche,
cocinar, mover muebles, pintar una habitación...).
Hable de las
diferencias. Si
su hijo no tiene claro que se respeta su derecho a
opinar diferente será
difícil que se abra con usted. El desacuerdo civilizado y razonado no impide la
comunicación. Conocer en qué no están de acuerdo puede ser muy útil para saber
el nivel de madurez de su adolescente y permitirá renegociar normas.
No exagere. Si ante un error o
incumplimiento de su hijo usted reacciona
desproporcionadamente
es muy posible que acaben en gritos e insultos. Controle su rabia sin dejar de
expresar su preocupación. Una buena forma es preguntar, lo más calmado posible,
su opinión al respecto y a partir de ahí hablar de las diferencias. Si su hijo
de 14 años le cuenta que el pasado viernes probó una cerveza y usted pierde los
estribos, lo más probable es que no vuelva a contarle nada en mucho tiempo.
Sus preocupaciones e
intereses.
Algunas de las cosas de las que ellos
quieren hablar quizás
a usted le aburran, póngase en su lugar y en su época. No finja interés, lo
notan. Preguntar y escuchar es signo de respeto hacia los sentimientos y
opiniones. Algunos de los temas que interesan o preocupan en estas edades son:
- Los estudios. ¿Qué
tal en clase hoy?. Bien. Ante una pregunta general una respuesta general.
Revise sus libros o cuadernos y pregunte cosas más concretas: ¿Cómo te
va con las ecuaciones de 2º grado?, ¿Hay algún compañero nuevo en el
equipo de baloncesto?, ¿Cómo es un profesor?.
- Aficiones. Si es
aficionado al deporte o seguidor de un equipo pregúntele por cosas concretas
de ese tema. La música es algo que atrae durante algún tiempo a casi
todos los adolescentes y usted debe saber, como mínimo, los nombres
de los cantantes favoritos de su hijo.
- Emociones. Antes
apuntamos que los adolescentes se preocupan bastante por varias razones
(sus amigos, su sexualidad, su aspecto físico, su futuro laboral, el divorcio
de sus padres, las guerras en el mundo, etc., etc.).
Cuando no esté seguro
de la importancia de un tema para su hijo PREGÚNTELE. ¿Qué
importancia tiene para ti?, ¿Con qué frecuencia te preocupa?, ¿Te parece
un problema pequeño, mediano o grande?. Conocer la magnitud y la
importancia de sus preocupaciones le permitirá decidir mejor como
afrontarlo.
- Familia. A los
adolescentes les gusta hablar y participar en las decisiones familiares, igual que
le gusta ser tenidos en cuenta en las normas que les afectan individualmente. Tomando parte
en las conversaciones familiares se sentirá más seguro y más vinculado
emocionalmente a la familia.
- Temas delicados. Si usted evita hablar
de temas delicados lo más probable es que su adolescente busque
información y opiniones en otro lado. Los adolescentes dicen saber mucho acerca
de algunos temas delicados pero la realidad es que saben más bien poco.
Afrontar un asunto delicado por primera vez y de frente funciona pocas
veces. No puede uno sentarse frente a su hijo de trece años y sin haber
tocado antes el asunto decir: “Hoy vamos a hablar de las relaciones sexuales”.
Esta es la forma más rápida de acabar una conversación antes de empezarla.
- Los padres. ¿Cuál fue tu primer
novio?, ¿Qué tal se te daban las matemáticas?, ¿Qué paga te daban a los
12 años?, ¿Cómo es tu jefe en el trabajo?. Sin tener que responder
necesariamente a preguntas indiscretas los adolescentes se interesan por sus
padres, su pasado y su presente, y esto les puede ser muy útil para
empezar a definir su propia vida.
- El futuro. Con la maduración mental el
futuro será algo que les empezando a preocupar. El hábito de comunicación
con los padres facilitará preguntas del tipo: ¿Cómo será la vida después
de la Secundaria?, ¿Encontraré trabajo?, ¿A qué edad puede uno
casarse?. Estas preguntas merecen su atención y respuesta. Cuando no sepa
contestar: un “no se” honesto es la mejor respuesta y continúe pidiendo
sus opiniones, ilusiones, aspiraciones o
sentimientos.
- Cultura, acontecimientos. La
saturación de medios de comunicación hace que su hijo tenga un montón de
ventanas al mundo. Compartir opiniones sobre películas o espectáculos es un
excelente medio de conocer sus gustos y opiniones.
Comuníquese con
respeto.
A veces los adolescentes provocan diciendo o haciendo cosas inapropiadas. No caiga
en la provocación. El auto-control que usted demuestre dará fruto en mejores
relaciones y conversaciones en el futuro. A veces dan más importancia a cómo se
dicen las cosas que a las cosas que se dicen.
Autonomía,
independencia, libertad
Los adolescentes piden libertad. Sin
embargo los padres deben sopesar entre el fomento de la confianza en si
mismos para valerse autónomamente, y el conocimiento de que en el mundo hay
peligros y amenazas para la salud y seguridad de sus hijos. Algunos padres dan
demasiada libertad antes de tiempo, mientras que otros niegan cualquier
oportunidad de madurar, aprender a decidir y aceptar las consecuencias.
Las investigaciones indican que los
adolescentes se desarrollan mejor cuando mantienen fuertes vínculos familiares
al tiempo que se les permite tener opiniones propias e incluso estar en desacuerdo
con sus padres. Algunos consejos útiles para manejar el asunto de la libertad y
la autonomía son los siguientes:
Fije límites. Los adolescentes se
resisten a los límites impuestos, pero los necesitan e incluso los desean. En un
mundo cada vez más complicado los límites dan seguridad y sentimientos de estar
atendidos. Es más fácil empezar a poner límites durante la infancia, pero no es
imposible empezar cuando son adolescentes.
- Hable claro. La mayoría de
adolescentes responden mejor a instrucciones concretas: “En casa antes de las
9’30h” es mucho más fácil de entender y cumplir que “vuelve temprano”.
- Opciones razonables. Cuando se da más
de una opción se facilita que acepten la norma. “Antes de irse a la
cama hay que acabar los deberes, antes o después de cenar, ¿qué prefieres?”.
Libertad por etapas. Según maduran y se
hacen más responsables hay que concederles mayores privilegios.
Corrigiendo los errores, aprendiendo de las consecuencias, dándoles un cierto
margen a la equivocación, y transmitiéndoles claramente nuestras opiniones
facilitamos el camino hacia la independencia que supone llegar a la edad adulta. Sin
prisa pero sin pausa.
Salud y seguridad
primero.
Los adolescentes suelen sentir que son invulnerables, que son especiales y
que lo que les ha ocurrido a otros no puede ocurrirles a ellos. Es necesario
transmitirles que el amor que se les tiene exige prohibir ciertas actividades o
comportamientos que ponen en serio peligro su salud, su seguridad o su
bienestar futuro. La adolescencia es un periodo en que las enfermedades graves
son poco habituales y las patologías mortales muy raras. A pesar de su estado
de salud la violencia y los accidentes son causa de muerte y
lesiones habituales en adolescentes.
Otros comportamientos como el abandono escolar, el consumo de drogas, o las
prácticas sexuales de riesgo pueden comprometer su bienestar futuro.
Rechace limitaciones
para el futuro.
Aunque quizás no nos guste su forma de vestir a los catorce años, la moda
no suele ser algo que limite su futuro. Aunque se preocupen por el futuro la
falta de experiencia les puede impedir comprender en profundidad que algunas decisiones de
hoy puede afectarles seriamente a medio o largo plazo. Hágale saber que usted es
“el guardián de las opciones” y que decidirá usted hasta que sea suficientemente
maduro y responsable sobre cuestiones de profundidad. Recuerde que no merece la
pena luchar por todo y que a los catorce años quiera teñirse el pelo de un
color llamativo no tiene casi ninguna importancia frente a la pretensión de
abandonar los estudios, por poner un ejemplo.
Guiar sin controlar. Los adolescentes
necesitan explorar en su camino hacia la construcción de su identidad, con
lo cual cometerán errores y deberán aprender a aceptar los resultados. Ello no
significa que los padres deban renunciar a guiarlos para evitar que comentan demasiadas equivocaciones o errores irreparables. Una buena forma de guiar
consiste en preguntar sobre posibles consecuencias de sus acciones y escuchar
atentamente: “¿Qué podría ocurrir si...?”. Cada adolescente necesitará ser guiado
de forma individual pues incluso entre hermanos adolescentes pueden entender
cosas distintas ante la misma norma: “A las doce en casa” significa para uno que
antes de las 12’00h hay que estar físicamente de la puerta para adentro, mientras
que su hermano puede entender que llamando a las 11’55 para decir que llegará después
de comer la pizza que han pedido y tras acompañar a dos amigas a su casa, habrá
cumplido.
Permita ciertos
errores.
Para aprender a resolver problemas y tomar decisiones es necesario equivocarse
alguna vez. Permita que cometan algún error siempre y cuando la salud y la
seguridad no peligren, pues equivocarse enseña algo tan importante como es
recuperarse tras un mal paso. Es difícil que un chico o chica aprenda a recuperarse
y continuar si sus padres le resuelven todas las dificultades de la vida.
Las acciones tienen
consecuencias.
Si la norma es llegar antes de las 10h o debe ignorarse que llegó dos horas
tarde. Usted perdería credibilidad si no le hace afrontar las consecuencias de tal
retraso. No olvide que el castigo ha de ser proporcionado a la ofensa, y que el
resto de la familia y usted mismo no tienen por qué sufrir las consecuencias
del incumplimiento de uno de sus hijos.
A pesar de todo lo que se diga, la mayoría
de adolescentes confían en sus padres más que en
ninguna otra persona. Como padre o madre busque más allá de lo superficial que
los comportamientos puedan sugerir y descubrir a la persona que su hijo o hija
adolescente está a punto de llegar a ser. Es necesario que hable con su adolescente
y le transmita que los riesgos para la salud, la seguridad y el bienestar no ocurren
por casualidad sino porque se ha decidido ir en esa dirección. Las investigaciones revelan que la inmensa
mayoría de los que practican un comportamiento de
riesgo practican alguno más. Los padres deber ser directos y claros al hablar a
sus hijos de las graves consecuencias de algunos comportamientos.
Confianza en sí mismo
Los continuos cambios suelen provocar
en la mayoría de adolescentes cierta incomodidad. A medida que la identidad
se fortalece la confianza en si mismos va mejorando.
La falta de autoestima provoca que
algunos dejen de participar en actividades del aula, otros actúan
escandalosamente para llamar la atención. En el peor de los casos llegan a comportamientos
autodestructivos.
Las chicas suelen dudar más de sí
mismas que los chicos (hay excepciones) y por varias razones: presiones sociales
para ser más agradables o hacia la belleza; maduración física anterior a los chicos
que puede ponerlas en situaciones impropias de su edad sin estar preparadas
emocionalmente; presiones sobre el rendimiento escolar contradictorias con las
presiones para agradar.
Si su adolescente sufre una crisis de
confianza durante mucho tiempo no dude en consultar con un orientador escolar
o un profesional, sobre si esa falta de confianza va unida a indicios de
consumos de drogas o alcohol, problemas de aprendizaje, desórdenes
alimenticios, o depresión clínica.
La mayoría de adolescentes superan los
periodos de inestabilidad con el
tiempo y, sobre todo, con el apoyo de
sus padres. Algunas formas de ayudar a su hijo o hija a desarrollar confianza
en sí mismo son las siguientes:
De oportunidades de
hacerlo bien.
La mejor forma de fomentar la confianza
personal es alentarlo a participar o
desarrollar actividades que le gusten o para las que tenga talento y elogiarlo
por ello. Si es bueno en cualquier deporte, o si se esfuerza en aprender un
idioma, o cocina bien algún plato, o redacta bonitas historias: dígale lo orgulloso
que se siente de él o ella. No obstante intente equilibrar entre las cosas que hace
bien y nuevas actividades en las que todavía no consigue destacar. Conviene iniciarlos
poco a poco en tareas útiles para toda la familia que pueda realizar eficazmente:
ordenar recibos y facturas, calcular precios para la compra, poner la lavadora,
etc.
Ayúdelo a sentirse
seguro.
Buena parte de la seguridad en sí mismo del
adolescente proviene del amor
incondicional de sus padres como respaldo para
desarrollar la capacidad de
enfrentarse y resolver los problemas. Es muy distinto
enseñarle a resolver problemas que
dárselos resueltos.
Hable sobre la
violencia o el terrorismo. La exposición a imágenes o noticias
violentas es cada vez más frecuente y
provoca ansiedad en muchos adolescentes.
Usted puede reducir esa ansiedad
ayudándole a comprender que incluso en
situaciones tan terribles las personas
se ayudan unas a otras y consiguen salir
adelante; favoreciendo un ambiente
calmado en su hogar; ayudándole a distinguir
entre ficción y realidad hablando
sobre hechos reales, evitando exagerar y reaccionar excesivamente. Supervise el
uso de televisión e Internet para evitar que su hijo vea demasiadas imágenes
violentas.
Elogios y halagos. El elogio de los
seres queridos es uno de los pilares de la
confianza en uno mismo, pero no deje
de ser sincero pues se darán cuenta si no lo es.
Paciencia. La mayoría de
adultos han conseguido confiar en si mismos tras
años de experiencia
en explotar sus puntos fuertes, y serían muy infelices si solo
pudieran hacer las
cosas que peor hacen. Para un adolescente es muy difícil quitar
importancia a las
cosas en las que no se siente seguro por mucho que sus padres le digan que no
tiene tanta importancia.
Los amigos y las
influencias
Niños, adolescentes y
jóvenes necesitan sentir que encajan socialmente. En la
adolescencia la
necesidad de “ser parte del grupo” es particularmente importante. Los chicos y
chicas con dificultades para formar amistades suelen tener problemas de autoestima,
de rendimiento escolar y corren riesgo de padecer desajustes psicológicos al
llegar a adultos.
A muchos padres les
preocupa que los amigos ejerzan demasiada influencia al
tiempo que la suya
vaya disminuyendo. Esa preocupación es mayor si los amigos
animan a sus hijos a
participar en actividades peligrosas o dañinas.
Es bastante habitual
que entre los 10 y los 12 años se cambie con frecuencia
de amigos pues
necesitan explorar y encontrar con quién compartir ideas gustos y
aficiones. La mayor
influencia de los amigos se produce entre los 12 y los 14 años.
Especialmente en
cuestiones de moda (gustos musicales, formas de vestir) y
actividades en las
que participar. Sin embargo los amigos no reemplazan a los padres cuando se
trate de cuestiones importantes, salvo que los padres se desinteresen por la
vida de sus hijos.
Los padres pueden, y
deben, influir en el tipo de amigos que sus hijos eligen. A
continuación se le
ofrecen algunas estrategias para hacerlo:
Reconozca que la
presión de los amigos puede ser buena o mala. Si su
hijo escoge amigos
con poco interés por lo escolar y que sacan malas notas muy
probablemente esté
menos dispuesto a estudiar y sacar buenas notas. Este ejemplo es aplicable a
casi todas las áreas de la vida: la salud, los hábitos, el comportamiento, etc.
Conozca a los amigos
de su hijo.
Si usted conoce personalmente a los
tarde, invítelos a su casa y aproveche para
escuchar. Conociendo a los amigos
conocerá mejor a su
propio hijo.
Conozca a los padres
de los amigos.
Sin necesidad de ser íntimos, conocer
a los padres de los
amigos le ayudará a saber si las actitudes y preferencias como
padres coinciden o no
con las suyas. Conociéndose entre sí los padres se puede
llegar a acuerdos que
eviten comparaciones del tipo: “es que a ellos les dejan...”
De tiempo y espacio
para los amigos.
Si participar en actividades es
importante tenga en
cuenta que demasiadas actividades extra pueden provocar
agotamiento. Además
de satisfacer la necesidad de “ser parte de”, pasar tiempo con los amigos en
sitios seguros y de confianza es una excelente manera de aprender habilidades
de relación social.
Hable con su hijo
sobre la amistad.
Para los adolescentes es importante lo
que otras personas
piensan de ellos, sobre todo los amigos. Pero los padres deben saber que buena
parte de los comportamientos de riesgo se deciden en los grupos de amigos. Por
ello es muy importante que hable con su hijo sobre cómo resistir las presiones
del grupo para desobedecer las normas familiares o ir contra los valores que les
están inculcando.
Enseñe a evitar
situaciones comprometidas. Hablando con su hijo sobre
posibles situaciones
de riesgo puede ayudarle a no meterse en líos. Pregunte a su hija adolescente
qué haría ella si el sábado por la tarde una de la pandilla llegase con una botella
de licor. Pregunte a su hijo de 13 años cómo reaccionaría si un amigo le propusiera
saltarse una clase para ir a comprar un disco. Idealmente podrán decir “NO”,
pero no es tan fácil para una adolescente resistir la presión de un amigo y menos
de un grupo. Hablando con su hijo de posibles situaciones y alternativas para salir
de ellas le ayudará a sentirse más seguro para afrontarlas.
Supervise lo que hace
y a dónde va con los amigos. Los adolescentes que
saben que sus padres
saben dónde está, con quien, y lo que están haciendo, son
menos propensos a
dedicarse a actividades de riesgo para su salud y seguridad. No dude en llamar
a otra casa para asegurarse que su hijo está allí, y no tema decir “NO” cuando
considere que ni las personas, ni el lugar, ni la actividad son adecuadas para su
hijo o hija.
Sea usted un buen
amigo.
Los adolescentes que ven a sus padres tratarse
con respeto y
amabilidad entre sí y hacia sus propios amigos tienen gran ventaja. El ejemplo
que usted dé a sus hijos tiene mayor impacto que cualquier charla o sermón que
pueda darle.
¿Prohibir ciertos
amigos?.
Algunos adolescentes pueden rebelarse si sus
padres les prohíben
tajantemente relacionarse con ciertos amigos, depende de la
vinculación y
confianza entre padres e hijo. En cualquier caso, una estrategia útil (a
medio plazo) es
aclararle que usted no se siente cómodo con ese o esos amigos y
explicarle las
razones. Al mismo tiempo conviene, sin negar totalmente la posibilidad de ver a
ese amigo, limitar el tiempo y las actividades que se le permite realizar con ese
o esos amigos de los que se desconfía.
Los medios de
comunicación
Guste o no los medios
de comunicación tienen una gran influencia en la vida de
los adolescentes pues
la inmensa mayoría ve televisión y películas, utilizan Internet, intercambian
correos electrónicos, utilizan video-juegos, escuchan discos y emisoras de
radio, leen cómics y revistas para jóvenes, y entre ellos comentan todo esto.
Toda esta tecnología
puede ser divertida, emocionante e incluso educativa, y la
sociedad avanza en la
dirección de utilizar cada vez más este tipo de instrumentos.
El problema reside en
que muchos adolescentes no tienen a nadie que les
oriente sobre cómo
utilizar todo este arsenal informativo pues son muchos los casos de niños y
adolescentes enganchados pasivamente al televisor, los auriculares, la video-consola,
el teléfono móvil, o las salas de chat en Internet.
A continuación le
ofrecemos algunas sugerencias para que ayude a su hijo a
desenvolverse con
buen criterio por esta jungla de medios de comunicación.
Limite el tiempo. No-solo es
imposible, sino que quizás fuese perjudicial,
intentar aislar a su
hijo de los medios de comunicación. Sin embargo conviene que le aclare que
tiene intención de supervisar lo que su hijo ve o escucha y el tiempo que va a
dedicar a ello. Cada vez más padres limitan la televisión y otros medios al fin
de semana y algunas cosas concretas durante la semana.
Supervise lo que ve y
escucha.
Infórmese sobre los programas de televisión
además está con su hijo podrá charlar con él o
ella sobre lo que están viendo o
escuchando.
Sugiérale cosas. Además de lo que a
él o ella le interese proponga usted
programas de
televisión variados (viajes, historia, naturaleza, ciencias, noticias), con ello
puede fomentar conversaciones sobre acontecimientos mundiales, hechos
históricos, problemas
sociales, distintas culturas, la salud, etc.
Aclare la diferencia
entre hechos y opiniones. Los medios de comunicación
son empresas que
promueven ideas o creencias que pueden no coincidir con los
valores familiares.
Además los adolescentes deben aprender que no todo lo que
aparece en los medios
de comunicación es necesariamente cierto. Si su hijo quiere
ver, leer o escuchar
algo que usted considera inadecuado dígale claramente las
razones de por qué no
está de acuerdo.
Aclárele qué es la
publicidad.
Explíquele con claridad el propósito de los
anuncios (vender
productos), pues los adolescentes son muy manipulables en este
sentido. Sea crítico
y esté atento a la publicidad dirigida a los jóvenes, pues suele ser engañosa.
Utilice los filtros
de los aparatos.
Tanto en Internet como en las plataformas
de televisión digital
o por cable existen formas de bloquear el acceso a determinados programas y
contenidos. Infórmese de estas posibilidades y utilícelas hasta donde considere
conveniente.
En Internet no todo
son ventajas.
El potencial de la red Internet es
grandísimo y en ella
hay de todo: desde información valiosísima para la educación
hasta pornografía
infantil o instrucciones para fabricar explosivos. Las salas de
conversación (los
“chats”) pueden ser muy entretenidos pero también encierran
peligros ante los que
hay que estar atentos: No permita que su hijo o hija adolescente de información
que pueda comprometer la seguridad individual, o que se vea con alguien
conocido por este medio sin estar usted presente.
Hable con otros
padres.
Si usted habla con otros padres sobre los programas
de televisión, los
video-juegos, o la música que sus hijos consumen, usted tendrá más información
y autoridad para negar determinadas cosas. Además descubrirá que no todos los
amigos tienen permiso para determinadas cosas.
Ofrezca alternativas. Muchos chicos
prefieren “hacer”, si se les da la
oportunidad, que
simplemente “ver”. Una excursión, una tarde jugando a los bolos, o visitar a un
amigo puede resultar más interesante que otra tarde viendo la televisión.
De ejemplo. Si usted se pasa
las tardes frente al televisor o navegando por
Internet su hijo
recibirá un mensaje claro. Sin embargo si usted pasea, conversa con otras personas,
lee, participa en juegos, asiste a charlas, cursillos, u otras actividades, está
demostrando que hay otras formas de divertirse. No es extraño que muchos adolescentes
actuales se pregunten ¿Qué se hacía antes de que existiese la tele (el ordenador,
o las consolas)?. ¡Demuéstreselo¡.
La enseñanza
Secundaria
La mayor parte de
padres y madres de adolescentes actuales permanecieron
hasta los 14 años en
el mismo Centro de Enseñanza y luego pasaron a otro en el que había alumnos de
hasta 18 años (más o menos). Actualmente en España el paso de primaria a
Secundaria se hace entre los 11 y los 12 años, y en los Centros de Secundaria
conviven con alumnos de hasta más de 18 años (módulos formativos).
¿Qué es mejor, lo de
ahora o lo de antes?. La mayoría de educadores opinan,
y las investigaciones
lo confirman, que la forma en que se organicen las edades no es tan importante
como lo que sucede dentro del Centro de Enseñanza, es decir: Qué se enseña y
cómo se enseña. Además está demostrado que la implicación de las familias en la
evolución académica de sus hijos es el factor más determinante para el éxito escolar.
. A casi todo el mundo le incomodan los cambios. El paso a Secundaria supone cambios
notables para los chicos (nuevos compañeros, distintos profesores, horarios, y
sistemas de trabajo) que ocurren al mismo tiempo que los cambios que supone la propia
adolescencia.
Algunas prácticas y
estrategias de los padres pueden facilitar que el cambio se
haga de forma más
relajada e incluso con cierta ilusión.
¿Miedo a la
Secundaria?
Muchos padres y
madres, sin proponérselo, dificultan la entrada de sus hijos
en la Secundaria con
mensajes atemorizantes: “cuidado con los mayores en el patio”, “el trabajo es
mucho más duro”, “los profesores no se andan con contemplaciones”, “las
asignaturas son mucho más difíciles”, y otros por el estilo. Cambie sus
mensajes negativos por otros que animen a su hijo ante la nueva etapa: “los
profesores son especialistas que te enseñarán con más profundidad”, “tendrás
más medios para aprender”, “podrás demostrar que eres más responsable y maduro
que en primaria”, “conocerás compañeros de otras zonas de la ciudad”, “los
equipos deportivos son más potentes”, u otros por el estilo.
Participe en la vida
escolar
Las investigaciones
demuestran que los alumnos cuyos padres están
pendientes de su vida
escolar y colaboran con el profesorado funcionan mejor y
consiguen mejores
rendimientos. Algunas formas prácticas de participar en la vida
escolar pueden ser
las siguientes:
Normas y expectativas. Desde el primer día
de clase fije horarios claros en
función de los
horarios de clase: a qué hora levantarse para llegar temprano, a qué
hora acostarse para
un descanso adecuado, a qué hora debe regresar a casa tras las clases. Por otra
parte asegúrese de que su hijo entiende que usted espera lo mejor que pueda dar
de sí mismo para superar el curso.
Infórmese sobre el
Centro de Enseñanza.
Muchos centros disponen de una
guía para informar
sobre horarios, asignaturas, formas de evaluación, reglamentos,
horarios de visita,
formas de comunicarse con los profesores, grupos de padres, etc. Si no existe
esa guía pregunte al tutor o a los directivos. Ellos también prefieren que su hijo
funcione bien en el centro.
Ayude a su hijo a
organizarse.
El primer año, o al principio del curso, es
habitual que los
adolescentes se despisten con la cantidad de trabajo, nuevas
actividades y sus
propias preocupaciones como adolescentes. Usted puede colaborar de diversas
formas:
- Repasar sus horarios
de actividades para ver si tiene demasiadas cosas
que hacer.
- Ayudarle en los
hábitos de trabajo recordándole horarios y hablando sobre
las tareas y materias
que están viendo en las clases. Asegúrese de vez en
cuando de que dispone
del material necesario.
- Ayudándole a evitar
las prisas de última hora en la entrega de trabajos o en
la preparación de
exámenes.
- Proponiendo y
supervisando una “Agenda Escolar” en caso de que su hijo
sea especialmente
despistado o desorganizado.
Mantenga un ambiente
de estudio.
Intente eliminar de su hogar cuántas
distracciones puedan
interferir durante el horario de estudio de su hijo. Si no es posible quizás
sea bueno llevar a su hijo a una biblioteca para que pueda concentrarse con su tarea.
Valore la educación y
los hábitos.
Demuestre a su hijo que lo que está
aprendiendo hoy será
importante para cuando sea adulto. Verle leer libros o periódicos o calcular
gastos domésticos le hará ver la utilidad de conseguir una buena formación.
Si usted tiene
lagunas o ha olvidado contenidos escolares pídale a su hijo que le
enseñe o le ayude a
recordarlos.
Acuda a los actos del
centro.
Asistir a reuniones, conferencias, encuentros
deportivos o
ceremonias escolares, siempre que pueda, hará que su hijo comprenda que lo que
ocurre, todo lo que ocurre, en el Centro es importante para usted. Pero recuerde
que muchos adolescentes se sienten incómodos y prefieren que sus padres estén,
pero un poco alejados.
Conozca a los
profesores.
No siempre es posible conocer a todos los
profesores de su
hijo, pero al menos debería conocer al tutor de su curso y al
orientador del
Centro. Piense que cuanto más visible sea usted para el profesorado más fácil
será mantenerse informado de la evolución de su hijo. Lea las notas y avisos que
lleguen a casa y transmita a su hijo que lo hace, le importa, y que si alguna
no llega se preocupará por ello.
La motivación
Algunos psicólogos
definen la motivación como “las ganas de aprender, el
gusto por los
desafíos”. En muchos casos una motivación adecuada es más útil que la habilidad
inicial para determinar el éxito.
Con la entrada en la
adolescencia y el paso a Secundaria la motivación de
algunos adolescentes
parece esfumarse como por arte de magia y comienzan a:
quejarse por la
cantidad de trabajo; Los profesores; los compañeros; quieren
abandonar alguna
actividad; decir que se aburren; O mostrarse perdidos en el sistema de
enseñanza.
Algunas causas de
esta pérdida de motivación pueden encontrarse en: los
cambios físicos y las
diferencias en el desarrollo entre compañeros; un ambiente
escolar menos controlador;
presiones de los amigos despreciando a los “empollones”;o creencias en su falta
de capacidad por lo que no le merece la pena esforzarse. Usted como padre o
madre puede fomentar la motivación de su adolescente,
aquí le ofrecemos
algunas posibilidades.
Valore el esfuerzo. Los adolescentes se
motivan viendo que sus padres se
esfuerzan cumpliendo
en su trabajo y sus obligaciones. Transmita a su hijo que la
clave para conseguir
las cosas no radica en la suerte sino en el esfuerzo continuado a largo plazo.
Los grandes científicos se pasan la vida estudiando, los deportistas de
elite entrenan duro
cada día, los buenos profesionales se mantienen al día mediante el esfuerzo
diario.
Apóyelo. Un elogio honesto y
moderado sobre aquellas cosas que mejor hace
aumenta la motivación
general de un adolescente. Quizás su adolescente necesita
probar nuevas cosas,
nuevos aprendizajes, nuevas aficiones. Ayúdelo a buscar
nuevos intereses.
Sea realista. No pida a su hijo
cosas imposibles de conseguir, se frustrará y
dejará de intentarlo.
Si ya le han dicho que su hijo no tiene aptitudes musicales no se empeñe en que
sea un virtuoso del piano, o si su hijo es más alto de lo normal y disfruta con el tenis
de mesa no se esfuerce en que se apunte al equipo de baloncesto. Asegúrese
que su hijo sabe que usted le quiere por quién es y no por lo que hace.
Paciencia. La mayoría de
chicos aumentan su motivación cuando los padres
aplican alguna de
estas estrategias y le dan un poco de tiempo para madurar y
ubicarse en el mundo.
Si usted lo atosiga y no le permite ese tiempo muy
probablemente volverá
la apatía y la desgana ante las cosas.
Los valores
familiares
Por favor, deténgase
un momento, cierre los ojos y respóndase a esta
pregunta: ¿ Cómo le
gustaría que fuese su hijo cuando tenga 30 años?.
Seguramente por su
cabeza hayan pasado ideas como: Honrado, trabajador,
tolerante, honesto,
respetuoso, responsable, decente. Estas palabras reflejan los que se denominan
valores morales. Los chicos que crecen en familias que inculcan valores morales
suelen ser más felices, obtienen buenos resultados académicos y están más dispuestos
a contribuir positivamente a la vida familiar y social.
Por suerte la mayoría
de chicos comparten los valores familiares, no obstante
las influencias
externas pueden complicar el proceso y por ello le ofrecemos algunas pautas
útiles para fomentar esos valores.
- Si usted se esfuerza
en terminar una tarea difícil favorecerá que su hijo
termine sus tareas y
deberes.
- Si usted acepta
perder en un juego con buen humor su hijo aprenderá que
ganar no lo es todo.
- Si usted trata a su
pareja con respeto él tratará a los demás con respeto.
- Si usted no desprecia
a nadie por su raza o religión es más probable que su
hijo sea tolerante.
- Cuando los padres
toman decisiones difíciles de forma conjunta y
razonada, su hijo se
da cuenta.
- Si usted acepta los
fracasos como parte de la vida, pero sigue adelante con
voluntad, su hijo
aprende a superar los problemas.
- Si usted acepta con
humor sus propios errores su hijo será más capaz de
aceptar sus propias
imperfecciones.
La actitud de la
familia ante el dinero es algo que influye mucho en los chicos.
Si usted valora a los
demás por lo que tienen y no por lo que son (coche, casa, ropa) es muy probable
que su hijo quiera tiranizarle con la ropa de marca y las cosas caras y superfluas.
Los padres deben cubrir las necesidades de sus hijos, pero también deben enseñarles
a diferenciar entre lo que quiere y lo que necesita.
La paga que se da a
los chicos puede ayudarles a ahorrar y a gastar con
sensatez. La cantidad
y frecuencia (semanal, mensual) dependerá de sus recursos y de los gastos que
se supone cubrirá esa paga (ropa, libros, entretenimiento,
meriendas, etc.).
La información sobre
la sexualidad que tanto preocupa a muchos padres no
debe limitarse a la
información biológico-reproductiva, sino que debe enmarcarse
dentro de los valores
familiares. Una pauta quizás muy general pero aceptable desde muchos puntos de
vista es orientar la educación sexual desde la perspectiva de los sentimientos
y del respeto a la privacidad, intimidad y los derechos de los demás.
Muchos padres se
sentirán ocasionalmente frustrados durante la adolescencia
de sus hijos (“no
puedo creer que haya hecho eso”, “en casa no le enseñamos así”, “¿qué hicimos
mal?”). No se deje dominar por el pánico cuando su hijo contradiga sus normas y
enseñanzas, siempre y cuando no sea con regularidad. No olvide que la adolescencia
es un periodo de exploración y pruebas, y que todos comenten errores durante
esta etapa. Recuerde cuando usted era adolescente.
Problemas serios
La mayoría de chicos
y chicas entre los 10 y 14 años no tienen tantos
problemas como se
sospecha o se divulga en secciones para padres de los medios de comunicación.
La inmensa mayoría supera la adolescencia con éxito. Es cierto que un amplio
porcentaje de jóvenes prueba el alcohol y otras drogas entre los 14 y 16 años, pero
solo un pequeño porcentaje desarrolla problemas serios con estas sustancias.
Hay que distinguir
entre “riesgo” y problema. Jóvenes expuestos a muchos
riesgos no
desarrollan serios problemas mientras que otros con muchos menos
riesgos si acaban
complicándose la vida.
La investigación
demuestra que ciertas características aumentan la posibilidad
de que los chicos no
desarrollen problemas graves, son los denominados factores de protección:
ü
Padres
afectuosos que apoyan a sus hijos, que les dan normas claras y
supervisan su
comportamiento.
ü
Chicos
educados, con habilidades sociales y buen sentido del humor logran
superar mejor las
dificultades.
ü
Asistencia
regular a la escuela y un entramado social positivo (familiares,
amigos, profesores,
vecindario) facilitan una mejor recuperación tras los errores
cometidos.
Sin pretender
profundizar en todos los problemas a que se pueden enfrentar
los adolescentes, a
continuación se exponen algunas señales de advertencia sobre algunos problemas
graves.
Alcohol y drogas
En esta etapa se
producen los primeros contactos con el tabaco, el alcohol y
otras drogas. Si
usted observa de forma conjunta alguno de estos síntomas puede que estas
sustancias empiecen a estar demasiado presentes en la vida de su hijo o hija:
- Su hijo está aislado,
deprimido, cansado y descuidado en su aseo personal.
- Está demasiado
hostil, deja de cooperar en la casa, e incumple los horarios de
la casa
sistemáticamente.
- Tiene nuevos amigos
de los que se niega a hablar.
- No quiere decir dónde
va ni qué va a hacer.
- Sus calificaciones
escolares bajan de forma significativa.
- Las rutinas de comer
y dormir cambian.
- La relación con otros
miembros de la familia ha empeorado y se niega a
hablar de los
estudios, los amigos, sus actividades y otros temas importantes.
- No se concentra y se
vuelve olvidadizo.
- El dinero u otras
cosas de valor desaparecen de la casa.
Desórdenes
alimenticios
Tradicionalmente más
comunes entre las chicas, pero cada vez más presentes
en los chicos. Los
más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia. La anorexia se caracteriza
por una pérdida de peso extrema y la incapacidad de subir de peso. La bulimia
se caracteriza por episodios de comer en exceso y luego provocarse el vómito, los
ayunos y el ejercicio desmesurado. Las repercusiones de ambos problemas son extremadamente
graves y es importantísimo ponerse en manos de un experto cuanto antes si:
- Pierde peso repentinamente
sin motivos médicos.
- Reduce mucho la
cantidad de alimento que ingiere.
- Hace demasiado
ejercicio a pesar de sentirse débil.
- Le aterroriza subir
de peso.
- Deja de menstruar.
- Se excede con los
alimentos de mucho contenido calórico
- Intenta controlar el
peso vomitando o mediante laxantes o diuréticos.
Depresión y suicidio
Las causas que
inducen a la depresión grave que puede desembocar en
suicidio son muchas.
Situaciones de conflictividad familiar o divorcio, la pérdida de un ser
querido, el abuso de drogas, el rechazo por los amigos, o excesivas
preocupaciones en el
ámbito de la sexualidad, son factores que pueden contribuir a un estado de
depresión severa.
Algunas señales de
advertencia son las siguientes:
- Cambios en los
hábitos de descanso (dormir mucho o muy poco).
- Cambios de
comportamiento (baja concentración en tareas habituales).
- Cambios de
personalidad (apatía, aislamiento, irritación, ansiedad,
cansancio,
indecisión, tristeza).
- Alteraciones
alimenticias (pérdida de apetito o glotonería).
- Cambios físicos
(falta de energía, subidas y bajadas drásticas de peso,
pérdida de interés en
su apariencia).
- Falta de interés en
sus amigos, aficiones, la escuela.
- Bajo nivel de
autoestima (“no sirvo para nada”, “todo es culpa mía”).
- Falta de esperanza en
el futuro (“nada va a mejorar”, “nada va a cambiar”).
- Reflexiones o
fabulaciones sobre la muerte.
- Amenazas directas de
quitarse la vida (“Mejor estaría muerto”, “Mi familia
estaría mejor sin
mí”, “No tengo razones para vivir”).
Problemas de
aprendizaje
Los problemas de
aprendizaje desde un punto de vista científico se
caracterizan por un
desorden neurológico que les dificulta almacenar, utilizar o
producir información.
No es un problema de inteligencia pero puede existir una
discordancia entre su
capacidad y su rendimiento ya que suelen presentar problemas con la lectura, la
escritura, el habla o las matemáticas.
Uno o dos de estos
síntomas no sería muy preocupante, pero varios juntos
aconsejaría buscar
ayuda:
- Invierte con
frecuencia el orden de las letras al escribir (lobo por bolo).
- Dificultades para
deletrear ordenadamente.
- Evita leer en voz
alta.
- Evita escribir.
- Le cuesta demasiado
sostener el lápiz correctamente.
- Tiene problemas para
recordar datos sencillos.
El trastorno de
Hiperactividad con Déficit de Atención (THDA) no es un
problema de
aprendizaje, aunque una buena parte de los que lo padecen suelen tener problemas
de aprendizaje. Quienes presentan este trastorno se distraen con mucha facilidad
y les cuesta muchísimo centrarse en una tarea.
Pediatras, profesores
y orientadores escolares pueden ayudarle a conseguir
una evaluación
profesional. En la mayoría de Centros de Enseñanza cuentan con
programas de
educación específicos para estos chicos.
Conclusión y resumen
Es imposible
garantizar que un adolescente concreto llegará a ser un adulto
maduro, responsable y
capaz. La influencia de los padres es mucho mayor de lo que se cree. A pesar de
episodios frustrantes y al límite de la paciencia manténgase al tanto de su
hijo, pues nadie lo va a hacer por usted.
Aprenda todo lo que
pueda sobre los adolescentes, su mundo es fascinante.
No deje pasar la
oportunidad de disfrutar de una etapa esencial en el crecimiento de su hijo o
hija.
Resumen
· Cuanta más
información tenga sobre la adolescencia, mejor podrá anticiparse a los cambios
y las decisiones que tome serán mucho más eficaces.
· Manténgase al tanto
de la vida de su hijo dentro y fuera de la escuela. Una buena
relación con los
padres es la mejor protección para crecer y explorar el mundo. Sea imaginativo
para seguir conectado a su hijo.
· El afecto
incondicional y unas normas claras, razonables y razonadas son los
cimientos para que su
hijo se desarrolle y se sienta seguro.
· Hable con su hijo de
los temas importantes en la vida y no evite los temas
delicados o
difíciles.
· Márquele metas altas
pero realistas. Dígale que espera de él su mejor esfuerzo.
· Valore la educación,
mantenga el contacto con los profesores, y supervise su
evolución académica.
· Ayúdele a descubrir
sus puntos fuertes y elógielo por lo que hace bien.
· Conozca a los amigos
de su hijo y a sus padres. Hable con él sobre los amigos, la amistad y las
cosas que pueden pasar cuando esté con sus amigos.
· No deje a su hijo solo
frente a los medios de comunicación y la publicidad.
Converse sobre las
películas, los video-juegos, las revistas que lee y la música que
escucha.
· Los valores que usted
desea para su hijo tienen que vivirlos en la familia para
luego ponerlos en
práctica.
· Esté alerta ante los
problemas graves que pueden surgir durante la adolescencia.
Si no puede
afrontarlos busque ayuda profesional cuanto antes.
· No se desanime ante
las dificultades, la mayoría de adolescentes las superan con éxito si los
padres están disponibles para ayudarles y no se rinden.
· Escuche
a su adolescente.
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